jueves, 10 de febrero de 2011

Algo que escribí hace días:

Mi error favorito

Me despierto. No tengo idea de donde estoy. Busco pistas para saberlo mientras me revienta la cabeza. Siento miles de cuchillas clavándome en la sien.

No recuerdo, no recuerdo nada –pienso sin esforzarme-. Por fin me veo, estaba tapado con una sábana extremadamente blanca. Me veo tras ella. Estaba totalmente desnudo, dudo que yo me haya tapado.

De pronto, siento otro dolor. Era en la espalda, me la toco y tengo un tajo medianamente grande. La cabeza no soportaba otro dolor más que el de los cuchillos. Así que decidí no hacerle caso a la herida.

Intento divisar mi ropa – mientras me siento en el filo de la cama masajeándome la cabeza con las dos manos -. No está.

Trato de recordar la noche que pasé, “¿qué hice?” –me pregunto sin respuesta-.

Volteo la cabeza y veo el libro “Los hombres son de Marte y las mujeres de Venus”, definitivamente era un cuarto de mujer –pensé alegremente-. No podía revisar la habitación, no porque no quisiera, simplemente no podía por el maldito dolor.

Bebo un vaso con agua que había en la mesa de noche junto al libro. Me calmo un poco y decido recostarme a esperar por alguien –si se puede una rubia que sepa masajear y que tenga una aspirina- pensé.

Lo bueno es que está un poco oscuro. Lo malo, que ya pasaron treinta minutos y la gringa nunca se asomó.

Resuelvo pararme y averiguar en donde me encuentro. Giro la manija de la puerta como probando a ver si estaba con seguro.Uff -dije soltando la respiración- no me tienen encerrado. Camino entre un pasadizo sin ninguna otra puerta. Solo había una luz al final del camino. Por un momento pensé que esa era la entrada al cielo, o quizás al infierno.